A todas
aquellas mujeres que conozco que no se identifican con las marchas o los movimientos
que hoy muchas llevan a cabo las Felicito y no se lo tomen a mal. Me siento muy
feliz por ustedes, porque el que no se sientan identificadas significa que han
vivido en un entorno seguro, rodeadas de un sentimiento de seguridad, significa
que los hombres que las rodean muestran equidad y que por el simple hecho de
ser mujeres no se sienten degradadas en ninguno de sus círculos y me alegra que
sea así para ustedes.
Yo sufrí durante mi infancia y ahora en mi vida adulta acabo de salir de una relación
en la cual no sufrí de ningún tipo de violencia física, pero sí de sentir que
me hicieron mierda mi espíritu, perdí mi esencia y me fue apagando de tal modo
que no me di cuenta hasta que me sentí acorralada y sin salida. Tuve pensamientos
suicidas. Muy tarde me entere que dentro de la violencia existe también la
violencia Psicológica.
Algo que
muchos piensan que no es la gran cosa, que es algo que se puede detener en cualquier
momento, pero les voy a platicar mi propio caso. Todo empieza cuando comienzas a
salir con alguien que te empieza a dar “recomendaciones” de cómo vestirte y por
darle gusto sigues sus comentarios, te empieza a decir el por qué tus creencias
están mal refutando se con tantos puntos que no puedes llevarle la contra, te
comenta que tus amigos pueden ser mala influencia por su manera de pesar, y tú
por querer estar con él te alejas, te dice que tu jefe y compañeros conspiran
contra ti y te convences a ti mismo de que todo lo que te dice es cierto, y que
cuando por fin conoce a tu familia te convence que está mal y que debes tomar “tus
propias decisiones” sin escucharlos, empieza a llevarte a sus círculos donde
todos le dan la razón a él, y solo te sientes torpe, te echa la culpa de todo, lo que este mal y nunca en todo el tiempo de
la relación pidió disculpas por nada, porque él nunca comete errores, pero si
el llegase a cometer errores es porque tu hiciste algo mal y terminas disculpándote.
Por
supuesto que hubo momentos felices, ese era el gancho para que yo no me fuera, además
de que me hacía sentir mal porque “yo lo iba a lastimar”, “él iba a sufrir
mucho si lo dejaba" y por mucho tiempo me lo creí, me obligaba a mí misma a
estar feliz, pero llego el punto en que ya no pude más. Aún tengo momentos en
los que mi cabeza aun piensa en eso, en que lo estoy lastimando, pero no por
unas palabras bonitas le voy a perdonar todo lo que ya me hizo.
Cada quien
puede hacer de su vida un papalote, pero esta vez fui yo la que rompió los
hilos y se fue volando de ese logar oscuro donde me encontraba y estoy
recuperando mi valor para alzar la voz y poder decir "Ni una más, Ni una menos”.