12 feb 2021

Amor?...

- Quiero Regresar con él. Hace una semana que no hablamos

- ¿Por qué quieres volver ahí, si no eres feliz?

- Siento que no estoy haciendo lo correcto, que lo estoy defraudando, habíamos dicho tantas cosas y promesas que dejamos al aire

- Pero ¿de qué te sirve estar con él si no eres feliz?

- ¡¿Es que nadie piensa en el?!

- ¿Y quién es el que piensa en ti?

Silencio junto con un ambiente tenso

- Lo siento si te lastima, pero en una relación el sentimiento tiene que ser reciproco. Tú te entregaste por completo y más de lo que él merecía. Por más que hayas dicho lo que hayas dicho, y que por lo visto tu palabra es muy importante para ti, no es justo que te ates a un lugar que donde no te corresponden. Estas en una época donde la sociedad no te juzga, ni te convertirá en una paria por las decisiones que tomas en base a tu bienestar personal.

- Y entonces ¿solo lo dejo y ya?

- Llevabas más de una semana queriendo explicarle tus motivos y él no quiere aceptar la decisión, llamada tras llamada el siguió tratando de convencerte de que tus pensamientos eran los incorrectos, que todo lo estabas viendo mal y que él va a cambiar. Ya le habías dado una oportunidad, en su momento cambio, pero ya volvió a las viejas costumbres. Una persona no cambia a menos que eso es lo que él quiera, tiene que venir por decisión propia, no por una decisión tomada al momento, porque igual por momento se deja en el olvido.

- ¡Pero es que duele!

- Te duele la costumbre y el miedo al cambio. Es momento de que veas por ti misma. Él es fuerte y va a poder hacer su propia vida, no tengas miedo de que se va a derrumbar y fallecer de inanición porque tu no estas. Lamentablemente, aunque tú no estés, la vida sigue. No te aferres a algo que no es. Además, él podría estarte llamando e insistiendo en esta relación y no lo ha hecho. Se puede entender que el ya acepto la situación.

Entre sollozos y sonándose la nariz sentada frente al espejo empezó a aceptar lo que estaba pasando. Su reflejo tenía razón.

 Aunque el corazón latía muy fuerte, la mente era quien tenía ahora las manos en el timón del barco, había que levantarse y ver por uno mismo.

El amor no es como en los cuentos de hadas.