En las paredes había varios juegos de repisas, todas llenas de manos con uñas de mil colores, largas, cortas, con brillos, sin brillos, ralladas, con dibujos, color nácar, tornasol. Eran cientos, todas fijas con dedos caídos para mostrar las uñas, todas mirando al centro del local. Había también varias mesas, con cajones transparentes llenos de botes con pinturas de varios colores y un par de sillas en cada mesa.
Era un lugar lúgubre a media luz y más para una niña de 10 años, trato de buscar los interruptores para encender el resto de las lámparas, busco entra las mesas y en las paredes, cerca de la puerta, pero nada. Se escuchó un ruido del otro lado del local, algo había caído causando un susto en la niña, al voltear para ver qué es lo que había sido, no vio nada, todo parecía estar en su lugar, quiso ir hacia donde había escuchado, pero el miedo la paralizo, se dijo hacía si misma que no era nada, que su imaginación estaba jugando con ella, continuo palpado la pared en busca del interruptor o hasta las mismas llaves de la puerta para salir, cuando se escuchó un estrepitoso ruido con el triple de intancidad de la vez anterior, pero esta vez al voltear se percató que de una de las repisas faltaban varias manos, ahora era obvio el espacio vacío en aquella repisa.
Trago saliva y comenzó a dar varios pasos temblorosos en dirección de la repisa, pero a medio camino se detuvo, su corazón palpitaba demasiado rápido, no quería enfrentarse sola a lo que fuera que estaba con ella en aquel local...
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