Un día era un pez, nadaba alegre siguiendo el curso del agua, era feliz
Al día siguiente era un gato, me encontraba frente a un estanque de agua clara, podía ver al pez que nadaba tan feliz y siguiendo el curso del agua, solo me acerque y me senté a admirarlo, y era tan feliz, sentí como me impregnaba de su sentir, mi cola comenzaba a remolinearse de un lado al otro, me recosté, me deje llevar por el gozo que me invadía y de repente me dormí
Nuevamente al despertar ya no era un gato, me estire por completo, podía sentir el aire entre mis dedos y una sabana que cubría mi cuerpo, en la base de la cama había un gato que también se estiro al escucharme, y repentinamente parecía que había atrapado algo entre sus patas, una pelusa, la jugaba de su pata derecha a la izquierda y su cola me demostraba alegría, me hacía sentir bien verlo tan feliz, verlo disfrutar de tanta simpleza, pero repentinamente una voz en mi cabeza comenzó a decirme que me apurara, algo en mi sabia que me tocaba un día ajetreado y de rutina, y al regresar mi mirada al gato, la felicidad se convirtió en envidia.
¿Como no podía ser yo aquel gato?…